lunes, 25 de marzo de 2013

Dejadme solo



O sea, tía, me parece superfuerte que no se dé cuenta del ridículo que hace. Sí, tía, me refiero a «solo» y esa maldita tilde que se pone a veces para salir. Se creerá que va divino de la muerte. O sea, ya le vale con lo de que cuando va de adverbio se la pone y cuando viene con nosotras en plan adjetivo no. Tía, se cree lo más y está fuera de onda. No es «cool» para nada. A ver, lo ha dicho hasta la Real Academia de la Moda, que son superideales. ¿Saes?, ellos no te obligan porque es un concepto supernuevo, pero han dicho superclaro que se puede quitar la tilde incluso cuando haya confusión. Y las explicaciones molan mogollón. Que solo les falta decirle al «solo» que a dónde va con esa tilde. Porque llevaba así un montón de años, tía. Es que me dan arcadas y todo, o sea, te lo juro. Que ya sabes que yo soy muy de la Academia. Porque han dicho que aunque equivalga a «solamente» que esa tilde noooo, por favor, que no le pega ni con cola. Que también el pobre «seguro» y otras muchas palabras a veces son adverbios (cuando dices «nos veremos seguro en Sierra Nevada») y otras adjetivos (como el anuncio ese de «me siento seguro»). Y no por que equivalga a «seguramente» escribimos «segúro», que solo por ver esa tilde se me revuelven las tripas, tía.

NOTA 1. La Real Academia no ha prohibido acentuar el «solo» que funciona como adverbio y que equivale a «solamente». Pero, en la última Ortografía (2010) ha permitido que no se tilde incluso en casos de posible confusión (que deberíamos evitar por otros medios). En realidad, si se leen con atención los motivos expuestos, parece que casi se aconseja la supresión de dicha tilde. Lo mismo sucede con los demostrativos (hasta ahora no los acentuábamos cuando eran determinantes pero sí cuando funcionaban como pronombres).
La Academia aduce dos razones de peso para la eliminación. La primera es la comparación con palabras similares que no acentuamos gráficamente. Ofrecen como ejemplo el citado «seguro» y los indefinidos (muchos, algunos, pocos...) que también pueden ser determinantes o pronombres y no por ello los distinguimos con tildes. El otro motivo es todavía más profundo y complejo, pues afecta al propio concepto de «tilde diacrítica». Llamamos así a las tildes que no responden a las normas generales (como estas que estamos comentando) y que usamos para distinguir palabras de igual forma. Pero la Ortografía señala que solo está justificado cuando una es átona y la otra tónica. Sería largo afrontar ahora este tema, pero podemos fijarnos para entenderlo en la diferentísima pronunciación de «te quiero» y «té quiero» (referido a la infusión). Ambas son monosílabos y no deberían llevar tilde. Pero, aparte de que nos sirve para distinguirlas, ¿verdad que se pronuncian muy distinto?

NOTA 2. Perdón por el rollo de la nota. Es justo lo que quería evitar en este blog. Pero no podía dejar este tema tan importante en manos de una pija redomada. Volveremos sobre el apasionante tema de la tilde diacrítica. Lo de acentuar o no los «solo» que equivalen a «solamente» es decisión tuya. Es verdad que la tradición nos pesa a algunos. Pero creo que la tendencia es hacia la desaparición de esa tilde y, además, es más cómodo. Lo que sí se antoja esencial es la coherencia dentro de un mismo texto, para no enloquecer al lector.

lunes, 18 de marzo de 2013

En el verbo está la virtud



Los infinitivos somos necesarios. Sí. Pero también muy abstractos. Lo reconozco. Parecemos ratones de biblioteca: muy teóricos y poco prácticos. ¿No has conocido a nadie así? Cuando alguien nos utiliza y dice "cantar" o "querer", en realidad no se sabe quién canta ni cuándo se ha querido o querrá. Somos solo la idea de cantar, amar o reír. Casi un nombre. Por eso resultamos insuficientes para construir una oración con significado completo. Necesitamos un verbo conjugado: "QUISIERA recordar...", "amar ES bueno"...

Lo cierto es que tengo bastante envidia de las formas flexionadas, capaces por ellas mismas de expresar una acción y casi contar una historia: "volvería", "hemos llorado", "triunfaréis"... ¡Qué maravillosa capacidad de evocar! Son las amigas perfectas de quien ama el idioma y pretende decir mucho con poco. Pero nosotros, los infinitivos, debemos conformarnos con la amistad de los políticos y toda esa gentecilla que prefiere hablar mucho para no decir nada. Porque sospecho que a algunos no les interesa en absoluto aclarar ni quién ni cuándo. Aunque de cosas tan feas prefiero no hablar...  

lunes, 11 de marzo de 2013

Lo que la ortografía ha unido...




... que no lo separe nadie. Claro, es que los signos de puntuación no podemos vivir sin estar unidos a una palabra. Por favor, no nos dejes nunca solos y rodeados por todas partes de espacio en blanco. Casi siempre estamos pegados a la palabra anterior, pero cuando se trata de signos de apertura (paréntesis, comillas, rayas, interrogaciones y exclamaciones) nos fusionamos a la palabra siguiente. Los correspondientes de cierre, así como los puntos, comas, puntos y comas y dos puntos, siempre se pegan al vocablo precedente. ¡Es fácil! Por favor, no nos dejes desubicados, solos y tristes.

NOTA.- Solo sabemos de un signo de puntuación que no se adhiere a palabra alguna. Se trata precisamente de los puntos suspensivos que abren el párrafo anterior. Responden a un tipo que podríamos llamar "de apertura". No tienen nada antes y van separados por un espacio de la palabra posterior. En fin, un caso raro de soledad pensativa. Quizá estén unidos a una idea que ya no vemos porque quedó atrapada en una especie de limbo... 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Un punto importante




Olvida tu timidez y mírame despacio, de arriba abajo. Recorre mis curvas, tan sugerentes y llenas de misterio. Así somos las exclamaciones de cierre. Pero quiero que te fijes ahora a la altura de mis pies. ¿Ves ese punto negro, tan redondo y bonito? Me fastidia que muchos piensen que es solo decorativo. No, ¡es un punto de verdad y con todas sus consecuencias! De hecho, salvo que pongas una coma para romper, después de mí hay que empezar siempre con mayúscula. Incluso sirve como punto y aparte o punto final. ¿No te parece precioso terminar con una pregunta?

En fin, que no me añadas un punto. Porque no me hace falta. Solo en contadísimas ocasiones, pero siempre con comillas o paréntesis de por medio. Jamás pegado al punto que ya llevo. Ah, lo mismo le sucede a mi amigo el signo de exclamación. No desprecies su punto con añadidos innecesarios. ¡Mira que a veces no tiene buen carácter!